-¿A qué atribuyes el éxito de la serie?
-La coctelera del éxito tiene muchos ingredientes. Aun así, siempre se trata de una lotería. El planteamiento argumental de la serie es rompedor y lleva implícito un mensaje social –la importancia excesiva que se da a las apariencias hoy en día, entre otras cosas, por la obsesión de la protagonista, Cata, de aumentar su talla de pecho– que interesa a la audiencia. En cuanto al equipo técnico y artístico, nos dejamos la piel cada día para llegar al espectador.
-¿Cómo un chico tan malo puede resultar tan tierno y atractivo?
-Ni los malos son tan malos ni los buenos, tan buenos. Ése es el gran valor del personaje, todos sus matices.
-¿Qué te cuesta más, las escenas violentas o las subiditas de tono?
-Cuando una escena está bien escrita uno se deja llevar sin esfuerzo. La violencia y el sexo forman parte de la naturaleza humana, sólo hay que buscar la raíz y conectar con la emoción.
-¿Sigues dando puñetazos al saco para desestresarte?
-Sí, siempre que puedo. El deporte es fundamental en mi vida.
-¿Cómo es tu personaje del filme que ruedas en Nápoles?
-Se llama Giocondo y es un campesino analfabeto.
-Es decir, no se parece en nada a “El Duque”.
-Se gana la vida cargando a turistas en una cueva. Es un personaje alejadísimo de “El Duque”; un buenazo, observador, pacífico... Está siendo un placer trabajar a las órdenes de Alfonso Arau y compartir cartel con María Gracia Cuccinotta y Geraldine Chaplin.
-¿A qué le atribuyes esta buena racha: a tu físico, al talento...?
-Siempre digo que el físico ayuda, pero el arte debe estar por delante. Hay que cultivar el ser
-La coctelera del éxito tiene muchos ingredientes. Aun así, siempre se trata de una lotería. El planteamiento argumental de la serie es rompedor y lleva implícito un mensaje social –la importancia excesiva que se da a las apariencias hoy en día, entre otras cosas, por la obsesión de la protagonista, Cata, de aumentar su talla de pecho– que interesa a la audiencia. En cuanto al equipo técnico y artístico, nos dejamos la piel cada día para llegar al espectador.
-¿Cómo un chico tan malo puede resultar tan tierno y atractivo?
-Ni los malos son tan malos ni los buenos, tan buenos. Ése es el gran valor del personaje, todos sus matices.
-¿Qué te cuesta más, las escenas violentas o las subiditas de tono?
-Cuando una escena está bien escrita uno se deja llevar sin esfuerzo. La violencia y el sexo forman parte de la naturaleza humana, sólo hay que buscar la raíz y conectar con la emoción.
-¿Sigues dando puñetazos al saco para desestresarte?
-Sí, siempre que puedo. El deporte es fundamental en mi vida.
-¿Cómo es tu personaje del filme que ruedas en Nápoles?
-Se llama Giocondo y es un campesino analfabeto.
-Es decir, no se parece en nada a “El Duque”.
-Se gana la vida cargando a turistas en una cueva. Es un personaje alejadísimo de “El Duque”; un buenazo, observador, pacífico... Está siendo un placer trabajar a las órdenes de Alfonso Arau y compartir cartel con María Gracia Cuccinotta y Geraldine Chaplin.
-¿A qué le atribuyes esta buena racha: a tu físico, al talento...?
-Siempre digo que el físico ayuda, pero el arte debe estar por delante. Hay que cultivar el ser
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