Nació en Colombia, pero jamás ha pisado el plató de un culebrón. Lo suyo son las tablas del teatro y la pedagogía, una de sus grandes pasiones junto a la interpretación, y a la que da salida en su Escuela, «Entropia» (General Oraá, 9). Asume con resignación que sólo le den papeles de mafioso o narcotraficante, aunque sabe que tiene recursos suficientes para explotar otro tipo de personajes, como buen pedagogo que es. Con menos acento del que hace gala en la serie y sin cicatriz en la cara nos habla de sus pasiones y sus retos interpretativos.
-Hay dos finales preparados ¿En cuál sale mejor parado? -(Risas) Los dos son muy interesantes y en los dos cierro algo que es merecido por un lado, pero que también tiene su magia y su sorpresa.
-¿Qué le parece esa idea? -Me pareció muy interesante porque le da más juego y más expectativas al público. Se mantiene el suspense y más enganchada a la gente.
-Como espectador, ¿con cuál se quedaría, con el final feliz o con el otro, algo más crudo? -Dentro de lo idílico es como decir, que a los malos la naturaleza les da su merecido y por otra parte es tener consciencia de que también puede existir el perdón.
-¿Había visto la serie original? -Sólo vi un capítulo porque quería partir de mi propia construcción y creación del personaje. Sin subestimar el buen trabajo de mis compañeros en Colombia, pero quería tener mi propio sello. Siempre se ha trabajado a partir de un cliché del narcotraficante colombiano que lo único que le falta es ponerse un cartel en la frente que ponga «soy narcotraficante»: con las cadenas de oro, los relojes ostentosos, con los anillos, con las camisas de flores. Este fue un enfoque totalmente distinto. Morón es un hombre que si lo ves en la calle puede pasar desapercibido, no es el típico mafioso.
-¿Es cierto que el papel de Morón está inspirado en Pablo Escobar? -Sí, y no por el estereotipo, sino desde lo humano. Aparte de lo psicópata y sanguinario que era, lo daba todo por su familia y si lo cogió la Policía fue porque se quedó hablando con su hijo más de la cuenta por teléfono, cuando él estaba en Berlín. No quería poner cara de malo y ya está, quería ver cómo desde la sonrisa, la seducción y su fama de mujeriego, Morón también tenía escondido a su niño.
-¿A qué Morón vamos a ver en los capítulos que quedan? -Precisamente a ese Morón que acabo de definir. El orgullo a partir de su propia inmadurez, su ambición y la factura narcisista que exhibe Morón en los próximos capítulos va a detonar en algo bastante peligroso para todos los personajes.
-¿No le molesta el tópico de que los Colombianos son siempre los malos en España? -Es verdad que hay un sello, que si eres colombiano sólo sirves de narcotraficante o mafioso, pero yo creo que esto se está trasformando por la propia realidad social.
-¿Le han salido muchos proyectos a raíz de la serie? -Ahora me he volcado con la Escuela, era un sueño que quería consolidar porque llevo trabajando desde hace 12 ó 15 años con investigación y la pedagogía.
-Hábleme de su escuela... -Es un proyecto que empezó hace casi un año, no quiero que la gente crea que me he subido al carro de la pedagogía aprovechando el éxito de «Sin tetas». Tenemos todos los recursos y las herramientas para formar actores no nos estamos inventando nada. Somos un gran equipo (Josep Linuesa, Iván Hermes, Vicente Romero, el director de TV Chus Delgado), en fin que hay un gran equipo con una visión totalmente pedagógica.
-¿Cuáles son sus herramientas a nivel técnico? -En vez de saturar la parte cognitiva doy más fuerza a la parte creativa, intuitiva y emocional.
-¿Tiene más alumnos a raíz de la emisión de la serie de Tele 5? -Puede haber cierta influencia, por eso he hecho una selección para tener un equipo de alumnos que fueran coherentes. Esta profesión no es una fantasía. Igual que no puedes ser periodista en un mes, tampoco se sale haciendo actor con un simple curso.
-¿Teme que le encasillen y le den sólo papeles de malo? -Yo soy muy objetivo para adaptarme a la realidad. Si me salen más trabajos como mafioso, los tendría que hacer, el reto sería no ser el mismo Morón. Quiero hacer otros registros porque tengo todas las capacidades, pero tengo que adaptarme a la realidad.
-Usted es Colombiano. ¿De verdad ocurre en su país lo que cuenta la serie? -Está muy bien documentada a partir del trabajo de Gustavo Bolívar. No podemos generalizar, porque es un país de contrastes, pero en algunos focos, la realidad puede incluso ser peor que lo que narra la serie original.
-¿Tiene pensado regresar allí? -Colombia se está potenciando muchísimo en este terreno. Me encantaría estar a caballo entre Colombia y Europa.
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