Calienta motores la ola polar que congela instantes, y Madrid es hoy una ciudad de más de un millón de acatarrados. Diez en punto. Ahí está. Sobreabrigado, tranquilo y sonriente. Llega Miguel Ángel Silvestre y lo primero que hace es recriminarnos, medio en broma, haber quedado en una terraza un día tan gélido como este. «¡Nos vamos a helar aquí!, ¿no? Creo que voy a tomar algo caliente. Té. Una infusión de rooibos irá bien», le comenta al camarero, que, enfrascado, trata de encender la estufa exterior. Es el `año Silvestre´. Acaba de estrenar Lo mejor de Eva y en la línea de salida están The Pelayos y Todo es silencio
XLSemanal. «Cocinar, practicar deporte y follar». Son sus palabras, y sus hobbies, ¿cierto?
Miguel Ángel Silvestre. Sí, pero eso pertenece a un momento de mi vida en el que la impulsividad me hacía decir, y hacer, de todo [sonríe]. Ahora no diría lo mismo.
XL. Aun así, ¿ha probado a hacer las tres actividades al mismo tiempo?
M.Á.S. [Carcajada]. ¡Qué bueno!
XL. Sería de Guinness, ¿no?
M.Á.S. Teniendo en cuenta que, cuando haces el amor, haces deporte, y, además, probablemente sea el deporte más saludable del mundo. ¿Quién no ha hecho el amor a la vez que estaba preparando una paellita? [sonríe irónico].
XL. ¿Cuál es su secreto para que no se le pase el arroz?
M.Á.S. Almacenar buenas sensaciones, buenos sentimientos y buenas experiencias. Y, literalmente, dos de agua por una de arroz. Ahora, si estamos en Castellón, sería el doble de agua, menos uno. Es una de esas cosas que decía mi abuela, y si ella lo decía... Aunque me quede el arroz duro, te voy a decir que es así [sonríe].
XL. Rectifiquemos pues. ¿Cuáles son, hoy, sus hobbies?
M.Á.S. Boxear, que es un deporte que ahora mismo siento que me está dando mucho. Cocinar. Ir al cine. Y la fotografía. Creo que no se me pasa ninguno. En principio, esos son los que puedo hacer en Madrid. En la playa, siempre que se pueda, hacer surf.
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