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jueves, 19 de junio de 2008

20 DE JUNIO: ESTRENO DE "3:19"

Foto de Miguel Angel Silvestre en la presentación de "3:19"
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Vestido con una camiseta blanca a pelo, porque el Duque tiene calor, en la distancia corta es afable, atento, el modelo de anti divo con físico imponente, un tipo que se acostumbró a que le rompan la camisa en la calle un día sí y otro también sus admiradoras, miles de jovencitas (y cuarentonas y de las otras) que lo aman desde que se toparon con «Sin tetas no hay paraíso», donde encarna a un narcotraficante misterioso que ama a la chica buena. Algo se le pegó.
-Qué suerte, hay vida antes y después del Duque. Hace un par de años estrenó «La distancia», y su trabajo fue excelente... Ahora presenta «3:19». ¿No le da miedo que su fama lo eclipse en tanto actor?
-El papel que más suena mío, claro, es el del Duque, aunque en él confluyen miles de consejos que me dieron quienes han trabajado ya conmigo: de Tabernero [que lo dirigió en «Vida y color»], de Coronado [con quien precisamente protagonizó «La distancia»], de Dany Saadia, que ha realizado «3:19»... Todo ese aprendizaje, y la escuela, te da la experiencia. Por otra parte, el Duque es un personaje muy rico para un actor.
-En este filme cambia de registro y encarna a un enfermo terminal que toma una dificilísima decisión. Qué personaje tan duro de roer.
-Ahí radicaba el quid del tema, en cómo enfocarlo. Pensamos que lo mejor era hacerlo de manera optimista. Teníamos esa ilusión, esa necesidad. Él quiere dejar huella en la familia, en los amigos, y en sus últimos días decide sonreírle a la muerte.
-¿Lo entiende?
-Bueno, esa cuenta atrás te hace crecer a pasos agigantados. Existen cosas que te pueden superar, situaciones que te desbordan. Y si no estás bien respaldado por tu familia, te ahogan.
-Podría aplicar esa idea a usted mismo, quizá. Antes hablábamos del éxito suyo. Y dijo algo sobre entrevistas fantasma...
-Hay medios a los que yo no apoyaría en la vida, pero todo se lo saltan por alto, y pillan declaraciones que las hice para otros y las publican como propias. La clave está en mirarlo todo desde lejos,en olvidarte lo que puedas, en pasar página de un hecho que me ha venido de golpe. El calor de los «fans» me parece maravilloso, quienes con inocencia te lanzan un piropo, te besan, te tocan... Pero los «paparazzi» poseen 20.000 armas para sacar lo peor de ti; te insultan, y te empujan... Y olvidas el niño que llevas dentro y sacas la violencia, al adulto en el sentido más negativo de la palabra. Es cansado.
-Me lo imagino. Parece que le perteneciera usted a la humanidad...
-Sí, eres un producto, les da igual a quienes tengas alrededor, tu corazón. Se frivoliza con todo, hablan de gente, aun cuando esté muerta, y hacen daño a numerosas personas. La mayoría buscamos amor, la aceptación de los demás, y supongo que cuando alguien le lleva una foto comprometida a su directora recibirá luego su abrazo, su reconocimiento, y el de los colegas. Quiero entender que quien me insulta es porque lo necesita.
-¿Eso cree?
-Si no pienso así me volvería loco. Me comprendes, ¿no?
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Vía La Razón

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