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martes, 4 de noviembre de 2008

¿CÓMO SE HACE SIN TETAS NO HAY PARAÍSO?

Alguien grita: "Duque, te han dado". El protagonista de 'Sin tetas no hay paraíso' abre su chaqueta y encuentra sangre en su camisa blanca, antes impoluta. "No es nada", acierta a pronunciar. Los 'fans' pueden respirar tranquilos. Da media vuelta, apunta con su arma a un sicario y descerraja dos disparos que silban ante la cabellera rojiza de Jessi. El equipo de la serie de Telecinco embarra sus zapatos en un desguace de la localidad madrileña de San Martín de la Vega para grabar cuatro secuencias; las más trepidantes de la serie. En las antípodas del paraíso huele a pólvora. Un encargado de los efectos especiales avisa: "Los casquillos salen a toda velocidad, así que alejaos todo lo que podáis".

Julen Robles duda hacia dónde apartarse. A su alrededor se apilan motores, coches y carros de combate. El jefe de producción de Grundy escruta finalmente el cielo nublado, como si rezara para que la lluvia no entre en escena después de tres semanas de preparación. "Es un día complicado; con elementos nada habituales, como especialistas o efectos", revela.

Las cifras lo atestiguan: hasta 50 personas -15 más que en un rodaje en plató-, tres cámaras, una grúa, dos vehículos policiales, dos caravanas, cinco camiones técnicos y un par de váteres portátiles forman parte de este improvisado campo de batalla, donde no faltan las explosiones, ni, por supuesto, las pistolas.

Félix Rodríguez de Sepúlveda, maestro armero, cuida de ellas. Las muestra sigilosamente, como si se dispararan solas. "Son reales, pero preparadas para fogueo, así que disparan en semiautomático. Si no se trucaran, tendrían un solo tiro".

La del 'Duque' es una Beretta 92 F. Mientras repta sobre un charco, Miguel Ángel Silvestre vacía el cargador. "Está siendo muy divertido; cargado de adrenalina", reconoce después de escuchar "¡Corten!" de boca del director, Gustavo Cotta. La jornada empezó poco después de las 06.00 horas de la mañana para el equipo de producción.

Más de un susto
A las 08.00 ya estaba Amaia Salamanca, Catalina en la ficción, que aguarda en una de las caravanas de los actores. Mientras, su amor imposible en la pantalla pide algo para morder en el fragor de este fuego cruzado entre sus hombres, los del traficante Morón (Mario Bolaños) y los policías. "Es que no quiero abrir la boca", se excusa el Duque. A falta de chicles, se echa a la boca unos tapones para los oídos.

El rodaje se estructura por campos de luz. "Se preparan los impactos de la gente de un lado mientras se graban los del otro", explica Robles. "Por eso, en producción distinguimos entre detonación e impacto. Cuando es detonación, vemos que de la boca de la pistola sale una llama; los impactos se ven en la ropa".

En esta secuencia (una de las cuatro programadas en el día), Antonio Arnalte monopoliza los impactos. Recibe cinco tiros en total y se convierte en el protagonista una vez grabadas las detonaciones de las armas de Rafael Duque, el Gitano (Manolo Caro) y Moreno (Álex García). "Estoy acostumbrado a morir", comenta tranquilamente el especialista, que enumera impasible otros papeles: "He muerto lanceado, colgado... De todas las formas posibles".

Como si fuera su sastre, Pedro Moreno, responsable de la empresa de efectos Morefec, le abre la camisa: "He colocado cinco cargas que se activan por radio", aclara. Protege a Arnalte con unas placas metálicas escondidas bajo la camisa y destinadas a amortiguar estas diminutas explosiones.

El director de producción mete baza: "Básicamente es un condón lleno de sangre. Acme total". Es el turno de María Castro (Jessi), con tacones y un vestido escaso que contrasta con el inhóspito desguace. "Cada uno elige su propio paraíso. El mío no sería éste", recalca apoyada en un vehículo de guerra. Es la primera vez que le disparan. "Se verá en la actuación, porque me estaba asustando de verdad".

Los actores prefieren exteriores
Según Castro, cuando se rueda en exteriores "todo el trabajo depende de la luz, la hora, los permisos..." Y, sin embargo, está encantada: "El plató llega a cansar".

La más friolera del reparto espera ansiosa su escena -una huida junto a Rafael Duque y Jessi-. "Me encantan las pistolas, los juegos de puntería y las maquinitas", avanza Amaia Salamanca, Catalina en 'Sin tetas no hay paraíso'. La jornada se ajusta a sus preferencias: "Un buen seguro sobre un doble" y "una escena de acción sobre una de cama".

Está de suerte. En el capítulo 27 de la serie, al final de la segunda temporada, no hay rastro de Cupido. Acabaría herido. Afuera llenan de gasolina varios bidones. Todo está preparado para la gran explosión, el punto álgido de un día de rodaje que se prolongará hasta las 20.00 horas.

De repente, un estruendo. La detonación y la llamarada asustan a los actores, que aguantan el tipo hasta que acaba el plano. Todos aplauden, pero Miguel Ángel Silvestre se lleva la mano a la nuca por si se ha quemado. Le preocupa la virilidad de su interpretación: «Me parece que he quedado como una maricona».

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